Por Fernando Ballesteros
Adolfo Luque debutó el mismo año que Babe Ruth en MLB (1914), pero además el nativo de La Habana, Cuba, tuvo una carrera grandiosa en Grandes Ligas con 194 victorias y 3.24 de ERA, destacando la de 1923 al finalizar como líder en ganados (23-7) y efectividad (1.93) para superar a todos en WAR, incluso a El Bambino, Walter Johnson y compañía.
A diferencia de Martín Dihigo, ‘Dolf’ –como le llamaban en EU–, era de tez blanca y rápido aprendió a hablar inglés, lo cual le permitió llegar al Bigshow en una época de mucho racismo.
Pero Adolfo Luque también se ganó una mala reputación por ser parrandero y apostador, aunque en la Serie Mundial de 1919 lanzó 5 innings perfectos en dos relevo contra las ‘Medias Negras’ para llevar al título a los Rojos de Cincinnati y ser el primer latino en una World Series.
En sus noches bohemias vestía elegante con guayabera blanca y sombrero –acompañado de mujeres exuberantes–, pero además Adolfo Luque caminaba hacia todos lados con un revólver fajado en la cintura y los gringos lo llamaban ‘El Habana Perfecto».
Luque era exitoso y eso molestaba a muchos norteamericanos radicales por ser latinoamericano, de modo que le lanzaban ofensas en algunos parques y en los diversos viajes hasta que a mediados de los años 20’s, Luque no soportó los insultos xenófobos de los Gigantes de Nueva York.
¿Qué hizo?
‘Papá Montero’ –como lo llamaban en Cuba–, dejó la loma del ‘Polo Grounds’ para meterse al dugout de los Gigantes y agarrarse a golpes contra todos, entre ellos Casey Stengel –décadas después célebre manager de los Yankees–, lo cual provocó la expulsión de Luque del juego.
Sin embargo, la historia no concluyó ahí. Al término del juego en Nueva York, ‘Dolf’ sacó su pistola y persiguió durante varios minutos a algunos de sus agresores, pero la policía intervino y evitó una tragedia.
Luque recibió una fuerte multa, pero no pisó la cárcel porque la posesión de armas ya era legal en EU.
El pelotero no volvió a usar su revólver hasta que regresó a Cuba para dirigir a los Almendares en la temporada 1939-40, donde el pitcher afroamericano Ted «Doble Duty» Radcliffe era el caballo del equipo y estaba molesto porque no le aumentaron el salario.
Ted le bajó la velocidad a sus pitcheos y Luque se dio cuenta, de tal manera que lo sacó del juego y se hicieron de palabras. El pitcher se fue a bañar para salir del estadio y gritar que jamás regresaría a Cuba, pero antes de salir lo encaró Luque, ya entonces de 50 años de edad.
El manager le apuntó con su pistola y por fortuna llegó por detrás un pelotero para desviar la mano de Luque, cuyas balas alcanzaron a rozar la ropa de Radcliffe.
Curiosamente, el que le salvó la vida fue quien había entrado a su relevo, el pitcher Rodolfo Fernández.
Luque llegó a México en 1946 gracias al magnate Jorge Pasquel, quien lo envió a dirigir a los Pericos de Puebla y aunque no pudo ganar el campeonato, se casó con una dama de la alta sociedad: Ivonne Resek.
El famoso pelotero quedó encantado con México, entre otras cosas, por las apuestas en las peleas de gallos.
En 1953 regresó a dirigir a nuestro país y le dio dos campeonatos consecutivos a Tecolotes de los Dos Laredos.
En México también se le miraba con su revólver en la cintura, pero se le trató muy bien y nunca tuvo necesidad de usarlo.
Adolfo Luque falleció en La Habana el 3 de julio de 1957 a los 66 años de edad.