SALVADOR COSÍO GAONA
El candidato de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, quien es expresidente de la nación, fue elegido para un nuevo periodo como presidente de Brasil, y ha prometido que gobernará para todos los brasileños y que devolverá el país a un pasado más próspero, aunque su propia historia de escándalos por corrupción dividió a los votantes muchos de los cuales sufragaron por l ok a reelección de Jaír Bolsonaro.
El nuevo presidente prestará juramento el 1 de enero. La elección sucede en un momento crucial para Brasil, en el que el aumento de los precios de los alimentos y el combustible, junto con una dolorosa desaceleración económica, han hecho que la vida sea más difícil para muchos brasileños.
Alrededor de 33 millones de los 217 millones de habitantes del país padecen hambre. La pobreza se ha incrementado, lo que ha revertido décadas de progreso social y económico.
Las preocupaciones ambientales y climáticas también ocupan un lugar preponderante. Bajo el gobierno de Bolsonaro —quien ha debilitado las protecciones ambientales y ha defendido la idea de que la selva tropical debería estar abierta a la minería, la ganadería y la agricultura— la deforestación en la Amazonía ha alcanzado niveles históricos en 15 años. La destrucción de la Amazonía y sus efectos en los esfuerzos para evitar una crisis climática ha convertido a Brasil en un paria global.
También hay cuestionamientos persistentes sobre la salud de la democracia de Brasil. Bolsonaro había sembrado dudas sobre la integridad del sistema electoral afirmando que las máquinas electrónicas de votación del país pueden ser manipuladas y si perdía solo sería porque hubo fraude.
Lula había prometido aumentarles los impuestos a los ricos e incrementar el gasto público, “metiendo a la gente en el presupuesto”. Sus planes incluyen una gran cantidad de programas sociales, como un vale mensual de 113 dólares para competir con el propuesto por Bolsonaro. Las familias pobres con niños recibirán adicionalmente otros 28 dólares mensuales por cada niño menor de 6 años.
También ha prometido ajustar el salario mínimo de Brasil de acuerdo con la inflación y reactivar un plan de vivienda para los pobres, además de garantizar la seguridad alimentaria para las personas que padecen hambre.
Da Silva, quien fue sindicalista, planea impulsar el crecimiento y “crear oportunidades de empleo” a través de la inversión en infraestructura. Sin embargo, también tiene planeado invertir en una “economía ecológica” y ha advertido que Brasil debe hacer la transición a sistemas energéticos y alimentarios más sostenibles.
En cuanto a la Amazonía, ha afirmado que tomará medidas enérgicas contra los delitos ambientales cometidos por milicias, acaparadores de tierras, madereros y otros.
Lula da Silva regresa al mandato de Brasil luego de haber sido presidente en dos ocasiones consecutivas entre 2003 y 2010. Tras su salida y una serie de polémicas por escándalos de corrupción de su gobierno entró a prisión.
En julio de 2017 tuvo su primer sentencia por corrupción pasiva, aunque el primer día que fue encerrado fue el 7 de abril de 2018. 19 meses después, en noviembre de 2019, Lula Da Silva salió de prisión, luego de que se le declarara inocente.
Tras su liberación, Lula Da Silva volvió a la vida pública, siendo el abanderado de la izquierda para competir contra Bolsonaro.
Luego del resultado de la primera vuelta de las elecciones en Brasil, las campañas de desacreditación se hicieron más fuertes, al grado de que el sector evangélico del país vio noticias que inculpaban a Lula de tener un pacto con el diablo y a Bolsonaro de participar en rituales masones.
El presidente de México Andrés Manuel López Obrador; el mandatario de Francia, Emmanuel Macron; el presidente de Panamá, Nito Cortizo y el presidente de Argentina, Alberto Fernández, fueron de los primeros mandatarios en celebrar la victoria de Lula da Silva, quien en su cuenta de Twitter compartió una fotografía de Brasil con un pie de foto que dice “democracia”.
“Gano Lula, bendito pueblo de Brasil. Habrá igualdad y humanismo”, dijo López, en lo que sin duda representa un guiño más del mandatario mexicano a la izquierda.
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